Sergio Castiglione

Sergio Castiglione

Arquitecto y artista de la fotografía, Sergio Castiglione desarrolló actividades en el campo de la creación y gestión del arte como asistente de curador para la muestra del Cincuentenario de la Academia Nacional de Bellas Artes en 1985 y para el Premio Palanza en 1986.

Fue curador de la muestra: Madera, Acero y Piedra – Arquitectura y Diseño Finlandés de los 90 en Buenos Aires en el MNBA.

Su trabajo ha sido destacado con el Premio a la Fotografía Ventanas al Futuro en el año 2014, auspiciado por Parex Group y el CAyC.  Dos volúmenes han sido editados con sus obras, Espejos Urbanos (2014) y Momentum (2017), ambos declarados de interés por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y patrocinados por el régimen de mecenazgo de CABA. Ha realizado numerosas muestras colectivas e individuales. En Argentina, Brasil, Canadá, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, India, Italia y Suiza.

Muda  (Huellas - 03/ 2021)


Cansancio infinito.  Mi mente se va apagando. Los calambres se suceden uno tras otro. Contracciones intensas, inesperadas, algunas desgarradoras, que encarnan mi ser y mi origen.

Sueño recurrente. Muero y nazco, una y otra vez. Cada ciclo se diferencia del anterior y cada desenlace sorprende, porque parecen iguales, pero nunca lo son.

Una parte de mí se escapa del cuerpo y asciende, mirando todo desde un rincón desconocido. Veo mi humanidad que yace dormida y puedo sentir sus palpitaciones cómo a las de un extraño. Ese juego me atrapa y desconcierta.

Transcurre toda mi existencia en pocos segundos y me sorprendo al notar los cambios físicos que van marcando la vida. Esa lenta metamorfosis deja una profunda huella que marca a fuego mi piel que está mudando, nuevamente.

Escalofrío y dolor intenso. Mi epidermis se va resquebrajando y afloran, entre tajos de carne y sangre, unas partículas diminutas que escapan de la piel reseca y se transforman en un bálsamo milagroso que me rodea y marca el comienzo del fin.

Una lluvia azul cae con tanta fuerza que da la impresión de querer perforarme, pero en realidad me eleva hacia la sanación. Me da fuerzas para empezar de nuevo con mi nueva piel, tan igual pero tan diferente de la anterior.

Con un sobresalto me despierto empapado, pero no por la llovizna de mis sueños sino por un sudor intenso. De a poco mis latidos se van normalizando, mis pupilas se cierran y voy recuperando el aliento.

Aferrado a mis demonios los miedos se disipan. Son solo un recuerdo borroso y muy lejano. Me incorporo y sé que tengo que seguir adelante en la eterna búsqueda de quien soy.


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