Paulina Webb

Paulina Webb

Nació en Buenos Aires en 1960. Licenciada en Artes Visuales por la Universidad Nacional de las Artes.

Docente investigadora de la UNA. Egresó de las Escuelas Nacional y Superior de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y Ernesto de la Cárcova.

Su obra se materializa en esculturas, instalaciones, proyectos site- specific y bidimensionales.

Participa desde 1987 en Salones y muestras colectivas en diversos espacios del país y del exterior.

Obtuvo destacados reconocimientos como el Gran Premio de Honor en el 103 Salón Nacional de Escultura y el Primer Premio de Escultura el Salón Manuel Belgrano, entre otros.

Realizó muestras individuales y colectivas. Entre 1998 y 2017 participó en exposiciones internacionales en diferentes ciudades de Holanda, Italia, Cuba, Canadá y Estados Unidos.

Entre 2009 y 2016 participó en Simposios Internacionales de Escultura en la Argentina, Canadá, Italia y Estados Unidos.

Entre 2017  y 2020 hizo  residencias en Quebec, Canadá y Uruguay.

Vive y trabaja en Buenos Aires.

Lo rígido siempre puede desvanecerse  (Huellas - 04/2021)


Me reconozco como arqueóloga de mi propia prehistoria con hallazgos que testimonian mi historia presente.

Huellas innatas, aquellas que solo la movilidad de mi cuerpo deja, a través del tiempo, señales  de mi existencia. Mis nombres también  lo son, evocando el pasado en imágenes cruzadas. Presencias  familiares están ligados a esos nombres.

Testimonios orales transmiten valores, cual tatuajes translucidos que mutan dinámicamente. Se presentan como rastros de muchas existencias vividas, lugar de recuerdos.

Tradiciones y memoria del pasado más lejano forman parte de la construcción como Ser.

Mi cuerpo no es ajeno a la labor del tiempo, innovando las huellas del pasado.

Soy presente y pasado. Mis rituales lo delatan con sonidos, olores en la cocina y perfumes de jardín como refugio de la memoria. Presencias de Vida evocando juegos risas y abrazos compartidos, generando indicios de mi propia existencia.

Cuerpo y emociones actúan como una suerte de archivo donde se atesoran recuerdos. Invocaciones que no tienen un punto fijo de lectura. Fluyen mutan, se transforman y son revelados perdiendo su rigidez.

Cual coleccionista elijo rastros para hacerlos renacer, como cuando era niña y juntaba pequeñas piedras que me conmovían ante el mínimo detalle jerarquizando lo insignificante y cotidiano.

¿Dejare señales de mi existencia? Creo que sí. Serán, ni más ni menos, el aire que respiramos juntos, impresiones de mi propia existencia como estelas de color jugando con la brisa. Cual líneas a veces se dibujaran discontinuas, otras irán en paralelo, uniéndose en algún punto como en la Vida.

Vestigios que se confunden con marcas en la naturaleza mimetizándose. Juegos de formas se repiten simultáneamente, vibran juntas, convirtiéndonos en un todo.

No existe espacio en el que no hayamos dejado huellas, pero su existencia será siempre un misterio. Nos convierte en Presencias tan parecidas y al mismo tiempo totalmente diferentes.

Huellas de un tiempo sin tiempo, de un lugar sin lugar.

Revelando, una vez más, que lo rígido siempre puede desvanecerse.

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