Liliana Sánchez
Fotógrafa Profesional argentina egresada de la Nueva Escuela de Diseño y Comunicación (2002) y Licenciada en Nutrición por la Universidad de Buenos Aires (1994).
Realizó talleres con Carlos Kravetz, Lutz Matschke, Tana Sachs, Malcom Christian (Sudáfrica), Fabiana Barreda (2005-2009), Yuyo Noé, Claudia Ferrari, Alicia Fontana, entre otros.
Su obra bucea en la memoria familiar y se nutre de elementos orgánicos. Incluye fotografía, acuarela, libro de artista, performance, instalación, objetos e intervenciones en el medio ambiente.
En el exterior expuso en Canadá, Colombia, Estados Unidos y México.
En la Argentina selección: Arte BA, 2013 y 2009; Festival de la Luz, 2012, 2008, 2006 y 2004; Buenos Aires Photo, 2012, 2011 y 2010; Festival Enlaces de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2011; Universidad Nacional de San Martín, 2011; Primer Encuentro de Performance de Rosario, 2011; Salón Nacional de las Artes, Palais de Glace, Fotografía y Arte Textil, 2009; 4ta. Semana del Arte Rosario Castagnino-Macro, 2008.
Agobio (Huellas - 05/2024)
¿Cómo estoy? Agobiada, deseando escapar…
¿A dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?
Entonces comencé a jugar, a escribir la palabra agobio;
a go bio agobio, toda la palabra entera metida dentro de su letra inicial, la “a”. Me di cuenta que la “a en cursiva minúscula” es cerrada; encierra, aprieta, abruma,fagocita, acorrala, oprime todo lo que hay dentro de ella,
no lo deja salir, no lo permite;
lo que queda adentro de la “a” queda en prisión, como en una cárcel, a merced de ella y en total cautiverio.
Así tal cual es como me siento.
La opresión del agobio.
Las palabras abigarradas. Esas que no se pueden largar, expulsar, soltar ¿vomitar?
Las palabras que no salen no pueden ver la luz, se quedan adentro atascadas, atoradas, enredadas, anudadas, enroscadas, amontonadas, retorcidas, ahogadas, oprimidas, apretujadas, enmarañadas, sofocadas,
estrujadas y atragantadas.
Duele el corazón.
El agobio asfixia, oprime, agota,
nubla y distorsiona la realidad.
El adentro versus el afuera.
Las palabras que no se expulsan, que no se dicen, que no se hablan, que no se pronuncian, que no se verbalizan,
que no se escuchan: dañan, asfixian, nublan, oprimen, sofocan, abaten, atosigan, abruman, castigan,
angustian, enferman.
Condenan y esclavizan.
Y también matan.
agobio
Parte II
Mi obra “agobio” (junio de 2024) quedó estancada, no podía terminarla ni concretarla, tenía casi todo, pero casi todo era nada. Fui muy consciente de ello y me preocupaba.
Mientras transitaba este “proceso de estancamiento” tuve un episodio cardíaco, fui trasladada de urgencia en ambulancia a un centro especializado en Ciudad de Buenos Aires. Viajé en la camilla ubicada en la parte posterior de la ambulancia, sola, aislada y llorando casi todo el viaje, total nadie me escuchaba; mi única certeza era que no me quería morir, que antes de ello, tenía que hablar, largar todo lo que me estuvo haciendo tanto daño y que se fue acumulando y acumulando en mi interior. El agobio que sentí durante tantos meses no fue broma, parece ser que tomó la decisión por mí y me obligó a aflojar y a sacar lo que tenía atorado adentro, aquello que no podía largar y soltar.
Tengo que sincerarme y decir que detesto ser como soy, pero así soy, guardo guardo y guardo, hasta que un buen día exploté (Ese buen día fue el viernes 7 de marzo de 2025). Por algún lado tenía que salir. Y salió por el corazón.
El cuerpo sabe. El cuerpo habla. El cuerpo sana.
Después de varios intentos en vano por parte de los médicos en querer bajarme la taquicardia (primero maniobras manuales, luego una dosis de no sé qué ampolla y luego una dosis más fuerte de otra ampolla), me hicieron un procedimiento donde me tuvieron que anestesiar. Cuando desperté me puse a llorar como loca, la angustia iba aflojando con el llanto. Le pregunté a la enfermera si era normal llorar después de la anestesia y me dijo “Llore m’ija llore”. Y lloré. Y aflojó. Esa opresión tan fuerte que sentía en el pecho fue desapareciendo y el alivio se hizo presente.
Una vez más el arte se amalgama con el cuerpo, se mete adentro, se confunde en él y juntos, emprenden un camino misterioso, invisible, intrépido.
El cuerpo sabe. El cuerpo habla. El cuerpo sana.
Liliana Sánchez
Pilar, domingo 9 de marzo de 2025
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