Ir lejos para sentir cerca  (Ancestros V - 04/2025)

A medida que nos permitimos la experiencia la visión se abre camino. Durante un tiempo me propuse habitar los espacios por dentro, por fuera, arriba y abajo. Abrirse a estos instantes me permitió vivir situaciones por primera vez, sentir lo que sucede cuando los momentos son solo presentes. Descubrí que lo lejano se siente más próximo cuando miramos hacia adentro y que a veces, también, los límites entre una cosa y otra no existen.

Por pequeña que sea la modificación - el trazo, movimiento, el enfoque- el resultado puede cambiar en dimensiones impensadas.

La idea de habitar la contemplación se convirtió para mí en silencio: darse tiempo a observar, mirar, sentir, poner el foco en una parte pequeña.

Nombrar algo es como decir que la compasión es sinónimo de abrazar. Abrazar es sostener, dar abrigo, y también, mirar de cerca.

Mirar de cerca es detenerse en un detalle; un detalle que aun sabiendo que es parte algo superior, es ésa parte significante del todo. Porque un detalle no solo nos muestra una parte, un recorte, un fragmento: nos revela un nuevo sentido.

De todo lo que conocemos sabemos que algo puede cambiar de forma, pero siempre habrá un nuevo fragmento, y siempre habrá un todo que dé sentidos.