Rescate, reciclaje, renovación  (Residencia de Arte NAT - 09/2025)

Experiencia Residencial, Tagle, Cantabria 2025

Emocionada ante la perspectiva de visitar cuevas paleolíticas en España como parte de esta residencia, me preguntaba cómo se relacionaría esta experiencia con mi visita a los petroglifos y pinturas de los pueblos originarios australianos de la región de Kimberley, algunos con una antigüedad de hasta 40.000 años.

Todos estos sitios son testimonio vivo de la continua búsqueda humana de significado y conexión a través del arte.

Reconocí que estas historias, especialmente en el contexto australiano, no me pertenecen, pero esperaba poder encontrar una manera de continuar el diálogo entre el arte antiguo y la práctica artística actual.

Entonces, ¿Quién soy? ¿Cuál es mi experiencia personal?.....

Nací en Tasmania, estado insular.

En Australia, continente insular.

He vivido, trabajado, estudiado y disfrutado de la vida en islas aún más pequeñas.

Como la Isla de Navidad.

Las islas Cocos y Keeling.

Las islas Maria y Maatsuyker.

Las islas Bruny y Deal.

Siento una profunda conexión con el océano.

En la superficie y bajo el agua.

Mi proyecto:  Rescate, reciclaje, renovación 2025.

«Un cuenco hecho a mano ya es social» – una cita de Octavio Paz.

Habiendo vivido tan cerca del océano, me pareció natural comenzar mi exploración para este proyecto artístico en la playa de Tagle. Siempre me ha preocupado profundamente la cantidad de contaminación plástica en nuestros océanos y el devastador impacto que tiene en la vida marina y el medio ambiente. Es difícil de aceptar que los humanos hayamos creado un material que dura para siempre, pero lo tratemos como desechable: lo usamos una vez y luego lo tiramos.

¡Mi búsqueda en la playa comenzó pronto, y vaya hallazgo! Cada día traía nuevos descubrimientos —algunos más abundantes que otros— y con cada hallazgo, la idea de crear recipientes con mis colecciones empezó a tomar forma. Quería elaborar algo estéticamente agradable, pero a la vez que invitara a la reflexión: obras de arte que llamaran la atención sobre la realidad de lo que termina en nuestros océanos y la urgente necesidad de reducir el consumo de plástico, reciclar siempre que sea posible y reutilizar en lugar de desechar.

Durante uno de mis paseos diarios, me detuve junto al acantilado y observé la silueta de un lagarto de cuello largo que emergía de los contornos de la roca: mi primer contacto con el arte rupestre prehistórico, donde los primeros artistas utilizaban líneas y grietas naturales para definir las formas de los animales. Inspirada, comencé a dibujar el paisaje circundante en mi cuaderno.

De camino a casa, recogí agujas de pino caídas para tejer un cuenco. Aprendí que el carbón vegetal utilizado en las pinturas rupestres prehistóricas se elaboraba exclusivamente con madera de pino: mi segundo contacto con aquellos primeros artistas. Trabajar con las agujas cortas fue un reto, pero me pareció una extensión natural de mi exploración. Así nació mi proyecto: crear recipientes utilizando materiales recogidos de la naturaleza —algunos orgánicos, otros desechos— para reflejar la tensión entre la belleza, la creatividad y las consecuencias de nuestro consumo.

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